Kristoffer Weber, descubridor de los objetos suaves, explicó que mientras le narraba las características del hallazgo a su esposa, el hijo de ambos, de cuatros años de edad, escuchaba la conversación sin asombro, y el niño concluyó: “Claro, y esas cosas deben ser muy suaves”. Esa fue la razón por la que bautizó con tal adjetivo la serie de objetos que había encontrado en Bonn; aunque, en realidad, el tacto de esos cuerpos sin volumen era acorde al de un objeto común.
La publicación del artículo explicativo de Weber, en una revista científica menor, provocó el surgimiento de diferentes grupos de buscadores de objetos suaves en ciudades de diferentes continentes. Sólo tuvieron éxito los que habitaban Bonn, Las Vegas, El Cairo, Tamariu o Barcelona. Ni rastro en cualquier otro paraje del planeta. Según escribe J. F. Jiménez en su “Guía”, el registro de dichos objetos empezó a dispararse en muy pocos años; sin repercutir este fenómeno, en cambio, en la literatura científica canónica, que nunca llegó a ocuparse de la cuestión. Así, no se pudo verificar si todos los objetos suaves declarados [hasta 5000] eran verdaderos; se hablaba de automóviles suaves, de un vinilo de Serrat, el tetrabrik de una leche “Rania”, un diccionario enciclopédico, e incluso un gato de angora. Kristoffer Weber intentó crear una comisión, con la que verificar todos aquellos hallazgos; desbarató algunas farsas, y tuvo tiempo de confirmar 1979 objetos suaves, antes de disolver la comisión por falta de presupuesto.
Las razones, o explicaciones, que surgieron para dar motivo de estos extraños objetos se concentraron en dos corrientes, que resumiremos con brevedad:
- Escuela idealista. Fundada, en su mayor parte, por los investigadores de Las Vegas y El Cairo. Básicamente, consideraban que nuestras mentes estaban creando aquellos cuerpos sin extensión. Sus fuentes eran El Corán, Platón, Berkeley o, incluso, surgió un pequeño corpúsculo que señalaba como solucionario cierto relato de Borges.
- Escuela materialista. Originada en Bonn y Barcelona, afines a idearios marxistas. Proponían que aquellos objetos se generaban espontáneamente para fundar nuevas necesidades e ideologías en los ciudadanos.
En octubre de 1981, empezaron a disminuir bruscamente el número de hallazgos, cuatro años después se encontraba el último de los objetos suaves. Hoy, existen coleccionistas que pagan cientos de miles de euros por alguno de aquellos 2000 ejemplares.
Las dos escuelas antes citadas justificaron de manera pareja la desaparición paulatina de objetos suaves: ambos grupos intuyeron alguna forma de selección natural en el proceso. Según los idealistas, nuestras mentes, al tomar conciencia de aquellas entidades extraordinarias, perfeccionaron su ejecución; para los materialistas, de manera azarosa, esos objetos generados espontáneamente, habían borrado el último rastro posible de identificación. Todos argumentaron que esas misteriosas identidades continuaban compartiendo nuestro mundo, pero ahora lo hacían copiando con exactitud las normas de la Realidad cotidiana.
Interesantes cuentos.
ResponderEliminarPuede que la Guía que os pillasteis sea un objeto sueva, a su vez ;)
J. Fix
Ostia puta...
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