martes, 12 de abril de 2011

Carne de mi carne



           Un par de días atrás, leí en las noticias del portal “Yahoo” la cuestión que trataré en este artículo. Hoy no he sido capaz de recuperar aquella noticia; lo cierto es que, como la mayoría de cuestiones científicas anunciadas en internet, los argumentos eran poco rigurosos y las fuentes poco fiables; la maravilla de lo anunciado merecía, en este caso, nuestra credulidad.
Es un hecho reconocido que las mujeres embarazadas sufren pérdidas importantes de calcio durante los nueve meses de gestación. Al parecer, según explicaba el artículo antes referido, se ha demostrado que la pérdida de calcio a lo largo del embarazo, sin ser tan severa, también se produciría en el padre.
Buscando explicar este hecho, unos científicos [creo que alemanes] habían realizado el siguiente experimento:

- Alimentaron con calcio marcado a una rata macho. La marca quedaba fijada en sus huesos.
- Cruzaron una rata hembra normal [con una dieta usual] con el macho marcado.
- Durante la gestación, mantuvieron a las dos ratas adultas en jaulas separadas. La rata macho con su dieta de calcio marcado y la hembra con una dieta normal.
- La rata hembra parió a sus crías.
- Se analizaron los tejidos de las crías recién paridas, y, sorprendentemente, vieron que las crías tenían calcio marcado en sus tejidos.

De tal resultado se deriva que las crías han utilizado materia proveniente del padre para generar su cuerpo. El artículo especificaba que aún no se ha comprendido la manera en que se lleva a cabo dicha transubstanciación [esta palabra no la utilizaban ellos]. Me cuesta entender qué razón científica encontrarán para explicar un hecho de estas características.

2 comentarios:

  1. esto me recuerda a que respiramos gracias a las madres... la mitocondria del espermatozoide (responsable de la respiración celular) queda fuera del óvulo cuando éste acoje a la cabeza del espermatozoide... así que en el feto, todo atismo de respiración es puramente materno...
    un abrazo. Vloj

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  2. Sí, Vloj, la historia de las mitocondrias, esa bacterias ancestrales que habitan dentro de nuestras células, también es maravillosa.

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