martes, 24 de abril de 2012

No existen las afueras

[viñeta extraída del tebeo "Habibi", de Craig Thompson. Traducción del texto: "-Necesito irme de este lugar. -Las afueras no existen".
           
El libro “El pensamiento del afuera”, editado por Pre-textos en el 2008, recoge un artículo escrito por Michel Foucault para un número especial de la revista “Critique” dedicado a Maurice Blanchot. El tamaño del libro es el exacto para ser leído en lo que tarda un tren en hacer la mitad del recorrido Barcelona-Bilbao; y en él, Foucault señala las imágenes que utilizó Blanchot para lograr describir “las afueras” del lenguaje, aquello que está más allá de lo que puede ser dicho. Aquí 3 pasajes de ejemplo:  

“Las ficciones de Blanchot serán, antes que imágenes propiamente dichas, la transformación, el desplazamiento, el intervalo neutro, el intersticio de las imágenes”. 
ó 
“Así pues, la ficción consiste no en hacer ver lo invisible sino en hacer ver hasta qué punto es invisible la invisibilidad de los visible”. 
ó 
“Tal es sin duda el papel que representan, en casi todos los relatos de Blanchot, las casas, los pasillos, las puertas y las habitaciones: lugares sin lugar, umbrales atrayentes, espacios cerrados, prohibidos y sin embargo abiertos a los cuatro vientos, pasillos en los que se abren de golpe las puertas de las habitaciones provocando insoportables encuentros, separados por abismos infranqueables para la voz, abismos que ahogan hasta los mismos gritos; corredores que desembocan en nuevos corredores donde, por la noche, resuenan, más allá del sueño, las voces apagadas de los que hablan, la tos de los enfermos, el estertor de los moribundos, el aliento entrecortado de aquel que no acaba nunca de morirse; habitación más larga que ancha, estrecha como un túnel, donde la distancia y la proximidad, -la proximidad del olvido, la distancia de la espera- se acortan y se ensanchan indefinidamente”. 

Cuando se termina la lectura del libro, si se está en un tren que realiza el recorrido Barcelona-Bilbao, quedará el tiempo exacto para visionar la película “Inland Empire”, de David Lynch. Fue estrenada en el 2006 y es la última película hasta la fecha de Lynch. En ella se muestran “las afueras” del lenguaje cinematográfico, a la manera que Foucault observa en Blanchot: 


En el Guggenheim de Bilbao, del 8 de octubre del 2011 al 15 de abril del 2012, expusieron cierta obra de Richard Serra consistente en una sala cuadrada, cruzada por cuatro tabiques de acero, que partían de cada una de las esquinas de la estancia y se encontraban en el centro. Aquí un esbozo: 


Esta simple instalación, repentinamente, pone en jaque el concepto del afuera estudiado durante el trayecto en el tren. Las 4 espacios que delimitan esos tabiques [que alcanzan el techo] son idénticos. En cambio, cuando uno entra en los espacios 3 o 4, se percibe dentro de la obra, mientras que en los espacios 1 o 2 el observador se cree fuera. De repente el visitante razona que las afueras arquitectónicas son una convención: “el psiquiátrico, por ejemplo, no es adentro, y la calle es el exterior”, piensa el visitante. Pero no se detiene ahí. El lenguaje no tiene frontera, no hay nada fuera del lenguaje. Tampoco del pensamiento; ni siquiera existen las afueras de nuestro cuerpo. Tal vez, sugiere el visitante, todas esas exterioridades que damos por hechas son ficciones convincentes, un dualismo prescindible pero perpetuado a lo largo de los siglos. 

Nota final: cabe señalar que la protagonista del tebeo “Habibi” [ver ilustración que abre este artículo] en un momento de la trama se ve obligada a estudiar el pensamiento aristotélico, donde halla el siguiente diagrama explicativo del universo:


2 comentarios:

  1. Está interesante como forma de plantearse (y pensar, sobretodo) el yo (o el nosotros).

    Da que pensar la instalaciónd e Richard Serra. No sé hasta que punto esa ficción de Barrio Sesamo del fuera y del adentro no está más condicionada no tanto por el espacio como por el tiempo. Falsa dicotomía también, hijos, embarazos psicológicos, donde sólo hay movimiento. En cualquier caso, ¿bastaría con haber pasado toda la vida toda, inicialmente, en una calle para estar fuera al traspasar el portal de casa de un colega, repleta de libros e internet y vicios de toda índole, y en la que poder estar investigando la novedad hasta lo eterno?

    Y ya callo. ;-)

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  2. Callas porque quieres, no porque lo deseemos.
    Lo que hablas del tiempo: Borges dedicó un ensayo a demostrar su inexistencia, sí.

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