Escena 1:
M. [el gasolinero que se hace la
pedicura, protagonista de la anterior entrada del blog] dedica su día libre a
pasear por las Ramblas de Barcelona; siempre calza sus botas del trabajo,
aunque viste con traje de domingo [así sea lunes o jueves, ya que nunca libra
en fin de semana]. Le gusta comprar una flor, que luego cuida en un jarrón
sobre la tele. Aplaude que hayan prohibido la venta de animales en la Rambla, y
es que no era de su gusto verlos allí enjaulados. Al terminar el paseo, se
acerca a la fuente de Canaletas, donde se sienta para que C. le limpie las
botas. C. no tiene piernas, se desplaza montando su cuerpo en un patinete de
fabricación casera; una de las 4 ruedas del patinete se encalla con frecuencia,
con lo que suele avanzar dando una vuelta sobre sí mismo cada 3 metros. C.
lleva limpiando zapatos en la Rambla unas cuantas décadas, su cliente más fiel
es M.
El gasolinero espera a que C. esté libre
para que le limpie las botas, jamás deja que lo haga otro. Durante el acto de
limpieza M. siente una ligera excitación; no es un ardor tan potente como
cuando pone gasolina a un coche ocupado por alguna mujer, pero tal vez le
resulta, de alguna manera, un ardor más satisfactorio. ¿A qué se debe dicha
excitación? No lo sabe. No logra discriminar si está motivada por el secreto
que guarda tan cerca de las manos del limpiador: sus uñas pintadas según la
pedicura francesa; o si, en cambio, lo que le satisface íntimamente es
contemplar a un hombre sin piernas dándole lustre a sus prodigiosas botas de
cuero.
Escena 2:
[El convidat, 1986-1990. Joan Brossa] |
Me está encantando la serie del gasolinero, con sus escenas dobles, con sus espejos. De hecho ya tardamos en montar un club de fans, y yo prometo pintarme las uñas de los dedos (¡pocas ganas que tengo!).
ResponderEliminarEn serio. Pocas veces me entra tal fascinación y ganas de seguir leyendo entradas que sigan la línea de un post precedente en un blog.
Muchas gracias por tus palabras, poliket.
ResponderEliminarAcerca del club de fans: nos apuntamos.
Sobre todo por lo de pintarse las uñas, claro.