viernes, 17 de agosto de 2012

Simulacros honestos

[Escenario en un Hotel de Benidorm]



         Alguna vez afirmamos en este blog que toda realidad es una ficción de grado 1. Sí, partimos de la intuición que absolutamente toda realidad es un simulacro, un escenario.
Dada esta creencia, aplaudimos aquellos lugares y ciudades que asumen explícitamente su naturaleza virtual; aquellas localizaciones que, lejos de silenciar las trampas, delatan abiertamente sus ficciones, las exclaman y las convierten en una virtud, en un orgullo. Como Las Vegas, como los restaurantes chinos en las ciudades occidentales, como los parques temáticos del mundo entero, como Dubai. Son simulacros honestos.
Este agosto decidimos venerar 2 de las mayores ficciones honestas que habitan España; tras visitarlas, les dedicamos las siguientes fotos y palabras:

1.     Benidorm:
El destino de España es Benidorm.
Ahora quieren construir las Eurovegas, pero obvian que ya tenemos Benidorm, donde cabe todo: bingos dentro de McDonald's; un parque para niños ubicado mar adentro, a 8 euros la hora; la madre de Belén Esteban como residente todos los meses del año; Mª Jesús y su acordeón actuando diariamente; o Felipe González oficiando bodas de manera esporádica.
Es la segunda ciudad del mundo con más rascacielos; a día de hoy, en plena depresión, siguen construyendo torres gemelas indestructibles. Pero Benidorm es más inmensa que la suma de sus rascacielos.
Algunas discotecas del paseo marítimo se disfrazan de modernos clubs ibicencos: gogós masculinos y femeninos, casi desnudos, bailan en los escaparates. Las familias, los abuelos y los nietos, llenan las aceras comiendo helados y observando el baile de esos bellos bailarines de piel untada en aceite.  
Nada aquí es creíble. Nadie se cree Benidorm. Pero a nadie le importa.
Así, sus calles contagian un estado anti-esencialista, casi de mística democracia.
Todos deberíamos vivir una temporada allí.

[Bingo y Comisión Fallera]
  
[Tienda de ropa ibicenca]


[Bingo y Mc Donald's]

[Arrebato en Hotel de Benidorm]

[Playa de Benidorm]

2.       Los Albaricoques, en Almería:
En la década de los 60 y 70 se produjeron hasta 500 spaguetti westerns, muchos de ellos rodados en los desiertos de Almería. Y fue allí donde Sergio Leone rodó su trilogía del dólar [“Por un puñado de dólares”, “La muerte tenía un precio” y “El Bueno, el Feo y el Malo”], aprovechando las inmensas similitudes entre el paisaje almeriense y el cinematográfico oeste norteamericano.



Aquellas ficciones terminaron por moldear la provincia española.
Uno de los principales escenarios fue el almeriense pueblo de Los Albaricoques. Allí, alzada en el arcén de la carretera, hoy recibe al visitante una metálica silueta de cow-boy. 



Hay unas pocas calles habitadas, las casas son de una sola planta, caladas en blanco. Alrededor, el único paisaje es el desierto.



Los pretéritos nombres de las calles del pueblo [de santos y reyes] han sido sustituidos por otros distintos; la calle principal es la calle Clint Eastwood, también se encuentra la calle Lee Van Cleef  o la avenida Sergio Leone.
Sus habitantes han adquirido formas de western: cuatro hombres, de unos sesenta años, dialogan al sol, parecen planear una intriga. De repente uno de ellos dice: “Vamos”. Y los cuatro se separan, cada uno se dirige a su coche, que lo abordan como si fuera un caballo.
No hay gente en las calles. Tampoco turistas.  
Sin embargo, queda señalizada una ruta con la que reconocer las localizaciones clave de las películas que allí se rodaron. Además, se ha reconstruido alguna de esas localizaciones Por ejemplo, se ha rehecho la plaza donde se desarrolló el duelo final en “La muerte tenía un precio”.
Para realizar las reconstrucciones, los albañiles se juntaban cada mañana en la taberna del pueblo, y visionaban en VHS la escena de la película; con un carajillo discutían los pormenores, que si Clint Eastwood entraba en escena por el este, que si aquella cúpula no hacía más de 1 metro de alto. Después replicaban en la realidad el escenario, alzaban aquellas paredes, construían esas cúpulas; como arqueólogos rescatando un monumento sepultado por los siglos.   

[Conquistando el Oeste almeriense]

4 comentarios:

  1. Nombrar la trilogía del dolar y titular una foto "Arrebato en hotel de Benidorm", 10 puntos! Lo demás, por lo menos 9.
    Por cierto, Benidorm es "Ven y duerme"?

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  2. Más que la honestidad por si misma, más que la cualidad de estar presente, lo importante es EL DERECHO de todo simulacro/espectáculo a ser honesto (derecho que no siempre se reconoce). Que luego ejerza o no ese derecho viene siempre condicionado (¿por el público?). Por supuesto que la honestidad presente resulta entrañable, pero no sé hasta qué punto sólo cuando acompaña un defecto para el que mira (o lee).

    O puede que me equivoque (o nos equivoquemos todos), pues leo sobre los cuatro hombres, de unos sesenta años, que dialogan al sol y no puedo dejar de preguntarme si se están mirando desde fuera, cuando dialogan, como en la tragedia griega de aquellos que van más allá del ya típico mirarse desde afuera cuando follan, de mirarse desde fuera cuando teclean o escriben, o piensan. Mirarse desde fuera y proyectado, proyectiles, cuando lloran porque algo grave ha ocurrido, e interrumpen el lloro a los pocos segundos, a miles de años luz de lo ocurrido.

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  3. Guardián, celebramos ese 9!

    Poliket, entiendo que es importante señalar la posibilidad de que un espectáculo resulte honesto (derecho que desde debord parece estar vetado). Pero también es importante comprobar que ciertos espectáculos ejercen ese derecho.
    Sobre lo de "mirarse desde afuera", sería interesante ligarlo con el debate acerca de la pertinencia de la existencia de unas afueras.

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  4. Jur, jur... con lo de la honestidad, siempre muy valorada, me dio por pensar que, aplicada a cualquier campo, siempre hay algunos que quizás se la pueden permitir, y otros que quizás no tanto, y ahí seguimos valorándola (y me dio rabia). Con lo de la pertinencia de la existencia de las afueras (ahí si que diste fuerte) y la posición desde la que uno se mira me has dejado roto. A ver si arreglo el entuerto:

    Desde aquella entrada, sigo creyendo que el afuera es producto del tiempo, más que del espacio, y el mirarse desde afuera no sería, por lo tanto, más que verse desde otra posición diferente de la que te ves normalmente (eso que han dado en llamar Yo y que no son más que relaciones). ¿Raro? No, momentos de "alienación" (¿?) dentro del espectáculo en los que dejas de ser protagonista (que no sujeto) para verte como objeto... y ver que, en el espectáculo, sólo y siempre eres eso.

    .. vamos, que no eres sino que pareces sólo. Y que ni llorar puedes.

    (me puse trágico) :-o

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