Un
espectro recorre occidente. La caída de las torres gemelas y la actual
crisis financiera parecen ser los progenitores de este terrible
espectro. Se cierne sobre nosotros, acecha, se multiplica
silenciosamente. No es un lugar nuevo. Mucho antes tomó la forma de
expansión cristiana. Después vino como estallido de la Ilustración.
Siempre impregna el mundo de dogmas, de normativización milimétrica,
de suplicio voluntario de la carne devota. Hasta que se consolida como
Ley única y necesaria para el buen vivir de todos nosotros, los
ciudadanos temerosos. Tuvo enemigos. Como William Blake, o Federico
Nietzsche, o William James, o H.P Lovecraft, o Artaud, o P.K Dick, o Deleuze, o
Cronenberg, o tantos otros que batallaron hasta eliminar de nuestras
vidas las supersticiones perniciosas. Pero el triunfo de aquellos fue
temporal. Ahora vuelve. Llegará con formas antiguas y nuevas formas,
pero parece que regresa para arrasar, imponiendo una nueva Fe en la
realidad. No debemos darle tregua. Debemos dar muerte a los
portadores, en cualquiera de sus formas.
Vencer o morir. ¡Muerte a los Realistas!
Vencer o morir. ¡Muerte a los Realistas!
Amén, bro.
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