Hará cosa de dos años, tal vez más, el ayuntamiento de Barcelona decidió pintar los semáforos, las farolas y las señales de tráfico de la ciudad con una pintura grisácea y rugosa. Argumentaron que querían así evitar la acumulación de pegatinas, propagandas y demás panfletos que la gente enganchaba en esas superficies, a modo de reclamo [en una ocasión, me llamó la atención uno de esos anuncios, consistía en la solicitud de un artista en busca de algún mecenas que quisiera subvencionar su obra; pero este recuerdo resulta totalmente ajeno al tema tratado en este artículo].
La cuestión es que el ayuntamiento afirmó estar disgustado con que las farolas, los semáforos y demás señales de tráfico estuvieran empapeladas sin orden ni concierto con adhesivos y pasquines de múltiples colores; los ciudadanos, acostumbrados a ese tipo de mojigaterías autoritarias, nos creímos la coartada. Así, una mañana, todas las superficies verticales y metálicas de la ciudad se encontraban pintadas con esa extraña substancia grisácea y rugosa. Al pasar la mano, se detectaban unos puntos estriados, dispuestos como al azar, que recordaban al código braille; en esta última impresión puede hallarse la clave.
Un miembro del Colectivo, ciego de nacimiento, ha dedicado estos dos últimos años a descifrar algún tipo de alfabeto en esa rugosidad que ha ocupado nuestras calles; los avances son lentos, pero dice haber descubierto patrones comunes, repetidos, en mobiliarios urbanos muy distantes. Personalmente, he vigilado una farola a los pies del balcón de mi casa, un hombre [un hombre distinto en cada ocasión, pero que invariablemente viste con americana de lino y zapatos marrones], siempre en miércoles, acude a esta farola y la acaricia. Lo hace con disimulo, se apoya sobre ella, y con las manos a sus espaldas recorre la superficie, exactamente igual que cuando un ciego lee un libro; todos los hombres que lo han hecho, en cada miércoles, tras reposar unos instantes, han seguido calle arriba, dirección a Montjuic.
Hasta el momento, nada más sabemos al respecto.
Eres bueno, chaval, muy bueno.
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