domingo, 26 de diciembre de 2010

De la fábrica al laboratorio

        

     1. Entiéndase este texto, que se asemeja a un ensayo, como un relato científico 2. El más evidente asesino de la concepción romántica del Arte es Marcel Duchamp [desde aquí, en general, lo consideramos el primer gran pensador del siglo XX]. De su propuesta teórica y práctica se pueden derivar la mayoría de movimientos artísticos de la modernidad (y post-modernidad). También el Pop-art. Cuando Andy Warhol [tal vez, uno de los últimos grandes pensadores del siglo XX, como señalara Agustín Fernández Mallo] expone las latas de sopa como obra artística, de alguna manera está actualizando aquel primer urinario que se coló en un museo en 1916; cuando bautiza su taller de Manhattan con el nombre de “The Factory” (La Fábrica) da la razón a aquella sentencia de Duchamp: “¿Se puede hacer una obra que no sea ‘de arte’?”. 3. Así, lo que consiguieron, entre otros, Marcel y Andy fue la destrucción del templo artístico romántico: el taller; y recolocaron a los productores de “arte” allí donde había ido a parar gran parte de la población europea y norte-americana tras la revolución industrial: la fábrica [por lo menos a aquellos productores de “arte” que vale la pena atender]. 5. Pero el paradigma industrial del “arte” tiene visos de ser sustituido por otro: el paradigma científico. En un proceso de atracción mutua, “arte” y “ciencia” empiezan a intercambiar técnicas y discursos; tal vez añorando aquellos tiempos alquímicos en que no se discernía lo uno de lo otro. Ejemplos de este proceso son: la obra “El gran vidrio”, de Marcel Duchamp; el grupo de trabajo E.A.T (Experiments in art and technology) fundado por Rauschenberg junto a varios científicos, en 1966; la propuesta de ciertos autores contemporáneos, como Luis Macias, Fernández Mallo o Joan Fontcuberta; y los discursos de otros creadores donde se desliza este nuevo paradigma, como cuando Godard dice envidiar el intercambio libre de ideas entre los científicos, o en las declaraciones que La Terremoto de Alcorcón [puede que la primera gran pensadora de este siglo XXI que entra] realizó para promocionar el nuevo “Molino” de Barcelona, donde confiesa sentirse un Einstein en ese recién estrenado laboratorio de aspas y neón.

Aquí el enlace al video promocional con el clarividente discurso de la Terremoto de Alcorcón.

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