viernes, 10 de diciembre de 2010

El lanzamiento de una moneda como testimonio de la dimensión temporal

“Qué raro que en tantos años como viví no hubiera un momento en que no haya estado más adelante en el futuro que ahora”.
Jorge Luis Borges

       La mayor parte de la comunidad científica contemporánea asume como verdadero el siguiente postulado: el Tiempo constituye una dimensión ya desplegada. Así, el tránsito del inmutable pasado al incierto futuro, pasando por el tangible presente, resultaría una mera ilusión [sobre esta cuestión se recomienda consultar el artículo “La flecha del tiempo”, de Paul Davies, publicado en el número de Noviembre del 2002, por “Investigación y Ciencia”].
Este postulado científico se confronta férreamente con nuestra percepción cotidiana del tiempo; es necesario, en cambio, asumirlo para explicar toda la Física del siglo XX. Desde la teoría relativista de Einstein [donde el ritmo en el que se sucede el tiempo es relativo a la velocidad del sujeto] hasta el comportamiento de las antipartículas a niveles subatómicos [antipartículas que se comportan de forma anti-simétrica respecto a sus partículas complementarias, desplazándose en sentido contrario tanto en el espacio como en el tiempo; la partícula se desplaza hacia el futuro, la antipartícula hacia el pasado].
También resulta imprescindible, la asunción del tiempo como dimensión desplegada [donde pasado, presente y futuro son igualmente reales], para comprender el Principio de Tiempo Mínimo de Fermat; el cuál es explicado y utilizado con maestría por Ted Chiang para desarrollar la ficción “La historia de tu vida”.
Aquí propondremos una situación mucho más cotidiana, que también parece desvelar esa oculta naturaleza del Tiempo, y que fue inspirada por un autor francés del siglo XVII, llamado Georges Delacroix. El científico Delacroix dedicó un tomo de más de tres mil páginas para razonar el comportamiento de las monedas lanzadas al aire. Sus respuestas [parejas a las hipótesis que dos siglos después condenaron al ostracismo científico a Hugo Everett III] no nos interesan en este artículo; pero sí las incógnitas que plantea.
En breves palabras: Delacroix investiga la cuestión fundamental de la Estadística y el Azar; o sea, el resultado del lanzamiento de una moneda no afecta al lanzamiento siguiente, sin embargo, si lanzamos 100 veces esa misma moneda, los resultados tenderán a igualarse en un 50% de cruces y otro 50% de caras. ¿Cómo puede existir ese equilibrio global siendo -en teoría- cada lanzamiento independiente del resto?
Unos pocos científicos, de principios del XX, recogieron el legado del erudito francés, y propusieron la resolución del misterio argumentando que, si consideramos que la dimensión Temporal ya está desplegada, entonces el último lanzamiento es “simultáneo” al primero: cada lanzamiento está ligado al resultado de los otros 99.
Al lanzar una moneda, entonces, estaríamos generando un modesto viaje en el tiempo. Cuando vemos deslizarse esa moneda, girando en el aire, creemos que el azar determinará su caída; mientras que, en realidad, decenas de lanzamientos pasados, y decenas de lanzamientos futuros, aún por suceder, la obligan a posar un lado u otro sobre la palma de nuestra mano. 

Artículo publicado en el número 106 de la revista electrónica "miNatura"

6 comentarios:

  1. Esto del tiempo es apasionante y la entrada está muy bien. Siempre he querido escribir algo sobre el tiempo y las horas muertas...

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  2. Pues "Las horas muertas" sería un título de lujo.

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  3. siempre se aprende algo, hoy a conocer este lugar

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  4. El tiempo siempre pasa, tan lento, tan voraz, tan angustioso. Os recomiendo a Heiddeger; plantea una interesante -y, en mi opinión, acertada- concepción del tiempo: el concepto de "angustia" y de "aburrimiento" se mueven siempre en torno al tiempo: "Prolegómenos para una Historia del Concepto de Tiempo" y "Los conceptos fundamentales de la metafísica. Mundo - Finitud - Soledad".
    Llevo siguiéndoos desde hace semanas. Siempre interesante, con gusto, con razón.

    Un saludo desde mi Apartamento Stroszek,

    Rodrigo.

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  5. Bienvendio a ti también, Rodrigo.
    Heiddeger, personalmente, siempre se me resistió; pero ese "Prolegómenos para una Historia del Concepto de Tiempo" tiene un título que pinta bien.

    Un saludo.

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