miércoles, 27 de abril de 2011

La Liga de los Adenosintrifosfatistas



             Este Sant Jordi aproveché, como cada año, para perderme por las paradas de las Ramblas y las librerías del Raval o el Gótico, escoger entre las columnas de libros y regalarme alguno de ellos. En esta ocasión fueron dos los títulos escogidos: “Sobre lo verdadero, lo bello y el bien”, de Jean-Pierre Changeux, y “La Liga de los Adenosintrifosfatistas”, escrito por Charles Harrison. El primero, un ensayo-filosófico de neurociencia; el segundo, sobre el que hablaré en este artículo, un raro análisis y crítica social de un mundo distópico.
La primera extrañeza que produce la lectura de “La Liga de los Adenosintrifosfatistas” es su año de edición. Según los datos de la editorial barcelonesa Blackie Books, ésta del 2011 es la primera edición en español, realizada en base a la versión original, publicada en 1989 en el Reino Unido. Sin embargo, el ensayo se desarrolla en todo momento como si hubiese sido escrito en el contexto de una Inglaterra decimonónica, con características tecnológicas contemporáneas, o incluso futuristas. La desubicación temporal no es la única inquietante característica del ensayo, también el modelo social que analiza: una sociedad en plena industrialización, lucha de clases y reivindicaciones obreras; donde el uso de aparatos eléctricos apenas ha repercutido y, en cambio, la clásica maquinaria a vapor ha evolucionado de manera exponencial. El libro, se convierte así, en una suerte de novela steampunk encubierta; en cualquier caso, en ningún momento se desvela la ficción, y el autor desarrolla su escritura, hasta la última página, fiel a su metodología realista [paralela, tal vez paródica, a la utilizada por Marx en su “El Capital”].
La reivindicación principal de Charles Harrison es la del uso de una máquina recién inventada: un reloj de pulsera que, en lugar de contabilizar el paso del tiempo, lleva cuenta del gasto de la molécula de ATP por parte de su portador [artefacto de la imagen que encabeza este texto]. Cabe aclarar que dicha molécula es la principal moneda energética de las células humanas. Cuando realizamos esfuerzos, o trabajos, consumimos ATP [Adenosín-trifosfato]. La propuesta de Harrison consiste en asignar una cantidad de dinero por cada ATP gastado en la jornada laboral, independientemente del tipo de oficio realizado. Así, los sueldos se desvincularían de los estamentos sociales o puestos elitistas. Alcanzando, según la visión de Charles Harrison, la absoluta igualdad social.
Me surge repentinamente las siguientes dos preguntas: ¿cuántos ATPs invertí en escribir este texto? ¿y en visionar “Hombres y Mujeres y Viceversa”? Y otra: ¿es que nadie piensa pagarme?

10 comentarios:

  1. ¡Menuda rayada más cojonuda! Tío, tengo que leer eso y quiero ese reloj... :)

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  2. Espero que ningún capitalista se entere de que ese reloj podría existir. ya nos exprimirían lo poco que les queda por exprimirnos.

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  3. Rayado, tras unas aasentas, no creo que nadie pague nunca más, ya, por los adenosin-trifosfatos gastados. ¿Qué consumes tú para conseguir esos ATPs?

    Todo el mundo tendría que estar ya agradecido de que la suma de lo producido (ATPs) no sea excesivamente negativa en comparación al aporte de materia prima del que nos abastecen nuestros señores.

    Los del colectivo Juan de Madre sois unos rojazos de tomo y lomo.... y tan a gusto que me quedo diciéndolo (yo a lo mío).

    El paso del tiempo, esclavos de sus tempus, ni existe ni existió nunca.

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  4. Joe y José Miguel: hemos tenido que resumir en esta entrada una obra de más de 600 páginas, por eso es un poco liao el tema... en el libro, por ejemplo, el autor especifica que el precio del ATP debería variar según la cantidad de tejido adiposo del obrero, según el clima del país y la estación del año, y etcétera. En cualquier caso, su propuesta es anticapitalista (o así la entendimos por aquí).
    Poliket: precisamente con unas absentas, el pasado domingo, estuvimos comentando la lectura del libro... no sólo faltaste a la cita, si no que ahora nos llamas rojos...válgame!

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  5. Ah, entonces estoy a favor del aparato. Soy fácil de convencer.

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  6. Hola!!
    Gracias por los comentarios de Lost Links y, en general, por el interés... Ahora mismo solo tenemos uno de los bichos producido y expuesto, el Frankenstein. Y lo puedes ver en nuestra galería, Eat Meat, situada en el barrio de Gràcia en BCN, calle L'Alzina 20.
    Precisamente este sábado inauguramos una expo, y Frankie estará también, aunque no tenga nada que ver con lo propuesto esta vez (ya digo, lo tenemos ahí en plan permanente).

    Si te interesa chequear la web de la galería:
    www.eatmeat.cat

    Ahí está todo.

    Gracias de nuevo y un abrazo.

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  7. Parece que Juan de Madre ha dado con una "troballa" de lo más interesante... sin duda habrá que hojear ese libro!!

    Burdleito's Homeless

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  8. yo hacía 15 años que iba sin reloj y recuperé uno viejísimo de mi padre y al ponerle la pila se retrasa solo. Me encantaría que me pulsara este reloj y leer estas dos propuestas!!! buenas noches! abrazos

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  9. Bienvenida, Ingrid.
    Está muy bien eso de llevar un reloj que se retrasa solo; es un poco como vivir en un universo paralelo, algo más lento.
    Un abrazo!

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  10. De hecho ya existe una clasificación ATP, y hasta hace poco Nadal la encabezaba. Por lo que ya sabemos quién es el que más trabaja en el mundo.

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