Sociedad la Amistad, Cadaqués

           Tal y como informamos en este blog [en la entrada del 2 de agosto del 2011] Nueva York no existe.  El pasado 22 de febrero publicamos la descripción de una serie de escenarios que nos confirman que Barcelona, igual que la ciudad norteamericana, es una ficción de grado 10.

Hemos necesitado 3 visitas al pueblo de Cadaqués para descifrar que, en aquél lugar, también se representa alguna forma de ficción. Distinta a la hallada en NY o BCN, pero alejada, en cualquier caso, de las ficciones en grado 1 que constituyen el resto de poblaciones humanas, o, más en general, toda realidad.

Entendemos que el núcleo del vórtice descubierto en Cadaqués se encuentra en “El Casino”, bar-centro de reunión de los habitantes del pueblo. Allí, por ejemplo, a la hora que televisaban el Sevilla CF – FC Barcelona, los parroquianos sintonizaban el canal 33 para atender un documental sobre la China imperial; eran 139 personas, la mayoría ancianos y varones, atendiendo las imágenes en silencio, inmóviles. Aquella escena nos puso en aviso.

Así, no nos cogió desprevenidos la siguiente extrañeza: todos los allí reunidos [los atentos televidentes, los camareros, las parejas y las familias tomando coca-cola y patatas fritas de bolsa en las mesas redondas] se parecían de alguna manera a alguna otra persona. Eran como gemelos dislocados de algún personaje español más o menos público. Pasó por ahí, por ejemplo, un Eloy Fernández Porta de 67 años de edad, alcohólico y hippy; jugaba al dominó un trasunto de Llongueras, más grueso y con 2 dedos de flequillo que formaba una ridícula horizontal morena en la frente; un chico pelirrojo parecía debatirse entre sonreír como Albert Om o llorar como Van Gogh; un Calleja sin brazo izquierdo portaba la bandeja llena de vasos vacíos; en una esquina, una jovencísima Isabel Sartorius tomaba una cerveza con un jovencísimo Román Piña. Los parecidos eran flagrantes; eso sí, las personas clonadas siempre divergían en edad, o en trayectoria vital, del personaje público gemelo.

Por educación, y temor, no realizamos fotografías que puedan dar prueba de nuestro testimonio. Buscamos y fotografiamos, eso sí, rincones de Cadaqués y alrededores, que señalan la naturaleza vodevilesca del lugar; en realidad fue sencillo, tanto como hallar la cremallera del monstruo en las películas de Godzilla. Aquí el resultado:

[cloaca a dos pasos del mar plateado]

[container volcado entre las rocas de Cap de Creus]

[roca con tacto animal]

[silueta de mujer entre las rocas y las nubes]

[entrada catacumbas en Cap de Creus]

[gárgola en balcón]

[observando el pueblo a través de este artefacto, anclado en una de las orillas de Cadaqués, descubrimos algunos cambios. La Iglesia, por ejemplo, está en obras, escoltada por andamios; mirando a través de este marco metálico no existe tal andamiaje; lo cuál nos hizo pensar en la "ventana transdimensional" inventada por Bishop en la serie Fringe]

Cuando marchamos advertimos, a lo alto del edificio de “El Casino”, un cartel que nos había pasado desapercibido hasta ese momento. En letras negras sobre la pared blanca habían pintado: “Societat l’Amistat”. Cogimos el coche y marchamos del pueblo por sus cerradas y escarpadas curvas; como quien huye de una fisura dimensional, de un vórtice donde se solapan 2 o 300 realidades.

Invitamos a nuestros lectores a que, si alguna vez visitan Cadaqués, contrasten nuestras sospechas y las utilicen como herramientas para dar forma a alguna hipótesis que explique el grado de ficción que sacude aquel pequeño pueblo de costa.