C., el limpiabotas sin piernas, se acuesta en el
centro de la cama. Tiene sobre el vientre un lector de cedés portátil; tiene los
auriculares puestos. C. pulsa el play. Entonces, una voz profunda y lenta
inicia un recitado. La voz va señalando, poco a poco, las diferentes partes del
cuerpo. “Fíjate en el dedo índice de tu mano derecha”, empieza la voz, “Tu dedo
índice de la mano derecha pesa mucho, pero es blando como el algodón”,
continua.
C. escucha con atención, con los ojos cerrados. Es un
cedé de relajación, patentado por cierto psicólogo catalán. Pero C. no está ansioso. El motivo por el que escucha cada
noche ese cedé es otro distinto. La voz habla de la mano derecha, de los huesos
del brazo derecho, los músculos. Después habla de la mano izquierda, de los
huesos de ese otro brazo, de sus músculos.
Y después. Entonces. Llega el momento que tanto espera
C. desde que pulsó el play. La voz le habla de su pie derecho. Le dice: “Ahora,
siente el peso de tu pie derecho”. Y C. lo siente, nota el peso exacto de ese
pie ausente. La voz recorre toda la pierna derecha. Habla de la tibia, incluso
del peroné. A la vez, en la cabeza de C. se va conjurando una pierna, que
coincide exactamente con la pierna descrita por el cedé. Ya materializada su
pierna derecha, la voz invoca la izquierda; los dedos, la rodilla, el muslo,
que contiene el hueso más largo del cuerpo.
C. pulsa el stop. No le interesa el resto de
grabación. Ya tiene ahí sus piernas, atadas al cuerpo otra vez. Son más reales
y las siente más fuerte que cuando tenía piernas y caminaba sobre ellas. Estas
piernas de cada noche, hechas carnes por obra y gracia de la voz del cedé, son
más perfectas, indestructibles, bellas.
Pero también son efímeras. Apenas le duran 12
minutos. Pasado ese rato, las piernas de C. se disuelven como una montaña de
hormigas.
Veo que empezamos a retomar el camino... ¡este colectivo exige más!
ResponderEliminar¿qué camino, Guardián?
ResponderEliminar¡El narrativo clásico, puro y conciso! Resulta bastante injusto decir "empezamos a retomar" porque en realidad este colectivo nunca lo ha abandonado, pero es que esta muestra me ha gustado mucho y me ha recordado a (no tan) viejos tiempos. ¡Queremos más!
ResponderEliminarA mi C. me recuerda, en el ángulo contrario, a la Irene Villa de las revistas de mi abuela. Con C. delante mío, el retrato en movimiento de Irene, a cada nuevo número, a cámara lenta, se me presenta todavía mucho más triste.
ResponderEliminarGuardián: nos gusta que te haya gustado mucho!
ResponderEliminarrespecto a eso de "narrativo clásico y puro", si es así este texto, no nos dimos cuenta. Y si habitualmente no son así los textos que producimos, tampoco nos damos cuenta... esto es un desastre.
poliket: grande irene villa.